Wiki Mi Pequeño Pony: Fan Labor
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Inesperada aparición (I)
Pertenece a: Trapezium
Clasificacion Para todo público
Género Misterio
Estado En reescritura
Ambientada en Ponyville, Equestria
Personaje (s) ............
Cronología
Cuestión del Reaprender Inesperada aparición Algo quebradiza

Sinopsis

Joven estudiante en último año de secundaria, y aunque llena de un hartazgo a cada instante latente, y con un físico intentando imitar los naturales tambaleos de su pensamiento, elije como una constante sobrellevar el convencimiento sobre su mala genética con una contradictoria búsqueda por el contraargumento para esa dicha.

Relato

"Si ya se está al fondo, no puede haber hundición, no obstante, ¿Siquiera sabemos si realmente hay un fondo?"

-¿Dónde...?- preguntó una voz femenina sumergida por una densa y tenebrosa reverberación, desesperada por saber cuál era este abismal sitio en el que súbitamente parecía hallarse acorralada.

Lo que es nada se podía reconocer en el repentinamente desconocido y desolado mundo que le rodeaba a la poni, y además, aunque completamente capaz de hablar y alzar la voz, sentíase ella sofocada, y como si su voz estuviera, no en ella, sino que fuera, en la reverberación de las paredes imaginarias.

-¡¿Qué es esto?!- dijo con incrementado pavor la terrestre cuya mente parecía, insólitamente, ahora arrebatada de sí misma; poco después, algo vino del abismo, de lo que resurgió una fuerza que desde el inicio ya había percibido la yegua aplastando su cuerpo con gradualmente más fuerza.

-Es tu mente- agregó con cierto grado de agresividad una voz intrusa, acompañándose esta del absurdo eco con aún más potencia, y cuyo dueño no se le encontraría sobre ninguna esquina del vacío.

Aún estando bajo la presión total de ese abismo onírico, la poni sabía que podía sentir todavía en su inconsciente, por lo cual, una vez la voz tomó todo ese negro infinito, con lágrimas saliendo de sus ojos casi al instante, cayó en su rostro una desesperación final que luego expresó en el semblante sin filtro alguno.

-Esta es tu mente... vacío- agregó nuevamente la voz, ahora cambiando a un aire más pasivo agresivo en lugar de su anterior prepotencia directa.

-¡¡¡Qué es esto!!!- volvió a preguntar la yegua, ahora sumándole a ello el más desgarrante y lúcido grito que había dado jamás.

-No tienes que sabe...-

-¡¡Qué quieres!! ¡Qué más quieres de mí!- exclamó sin cortar los paralizantes gritos la terrestre.

-¡¡Si me quieres matar desde adentro hazlo ya!! ¡¡Te lo suplico!!-

-¡¿Tienes que saber lo que quiero en verdad?! ¡Esto no es más que como una pequeña parálisis de sueño!- contestó la voz intrusa con una ira que, si bien no era ruidosa, dejó en parálisis por unos cortos instantes a la poni tan solo por lo tétrico que llevaba consigo.

-Algo que tal vez te calme; estás totalmente dormida ahora. No te moverás hasta que dejes terminar- mencionó con tono burlón la oscura voz.

-¿Q-Quién... eres?- preguntó por último la indefensa terrestre, mirando ahora de frente al vacío que su mente simulaba, todavía con ciertas lágrimas fluyendo desde sus ojos, y con ojos enteramente abiertos.

-No tengo por qué decírtelo soldada, ni siquiera necesitas saberlo- agregó para esta ocasión el interlocutor invisible de la terrestre, quien producto de lo tanto que había aumentado aquella presión sobre sí misma, se hallaba tan ida como para ni siquiera sentirse aplastada dentro de lo que era supuestamente, su interior aún.

Nada había por allí, para ello ya no podía existir duda, no obstante, de todas maneras, ya totalmente petrificada y sin capacidad de reaccionar, la poni sintió como el abismo se envolvía sobre ella, y en un intento último por volver, la poni no pudo hacer más que sentir una presencia de infinita obscuridad, tragársela como un agujero negro, violentamente.

[... ]

De un flojo y atontado sobresalto despertó una joven unicornio -de entre las muchas más que habían-, dando cuenta de aquellos rasgos en su primeramente absurdo despertar por el "ebrio" y apagado quejido emitido desde su boca simultáneo al abrir de sus ojos.

Pasaron otros pocos momentos, y la chica tomó incómoda consciencia del sol dándole en la cara a través de la ventana, y además, en una tarde de pleno verano en Agosto como aquella.

Pasó ella a darle menor importancia, y recobrando su estado de tranquilidad, volvió a recostar su cuello sobre la almohada a la vez que ahora se recostaba sobre su lado derecho para evadir el sol yaciendo aún potente sobre el pueblo de Ponyville.

-Pienso de todo, y a la vez pienso en nada... nah, solo pienso en algo... aunque ya, mucho abstracto por ahora. Por qué será que es lo primero que se me viene a la mente ahora- dijo en el pensamiento la poni en un momento dado, recordando, ahora más relajada, los temas sobre los que había estado indagando en días anteriores.

Viéndose a sí misma todavía vistiendo el uniforme de su escuela, surgió con ello un ánimo por volver a sentarse sobre la cama para despertar enteramente del sueño, y luego así quitarse su uniforme.

-¿Cuánto dormí?- pregunto la unicornio con un ceño fruncido característico de ella, y mientras rascábase un ojo, con una voz aún dormilona y tenue.

-Cuatro cuarenta- dijo citando la hora con un valor aproximado la poni, mirando el reloj que se hallaba colgado detrás suyo, y sobre su cama.

Otros instantes pasaron, y la chica ya se volvía a poner sobre sus cascos para salir del ensueño, y en el entretanto, se percató de un cuaderno que había dejado abierto sobre el mueble junto a su cama; llevaba escrito, en la portada, donde se hallaba la sección de información personal, el nombre de "Burning Fury". Con una pequeña risa "seria", ella cerró el cuaderno y lo dejo sobre el escritorio con su magia con algo de torpeza en esta.

-Eso está ahí desde anoche- dijo Burning con una pizca de humor, sin quitar su típico ceño fruncido, y al que ahora se le sumaban ojos un tanto curiosos y encogidos.

Transcurrido otro poco de tiempo, la unicornio, todavía con algo de somnolencia por lo poco restaurador de aquel sueño diurno, ya despojada de su uniforme, guardaba este con tranquilidad en otra parte del armario que dejaba exclusivamente para la ropa posiblemente a lavar.

La unicornio poseía un aspecto bastante delgado, si es que no muy delgado, no obstante, parecía a la vez, dar la sensación de que aquel no era el estado más natural para su cuerpo, y que su contextura era muy gruesa para lo flaca que estaba.

Luego, en sus ojos la poni tenía el color azul marino, su pelo era negro, bastante largo, y en su mayoría desordenado por aparente descuido sobre él. A su vez, su cuero era naranjo rojizo, y sobre sus ojos tenía unas ojeras naturales que, combinadas con la mirada seria, le hacían parecer una trasnochadora absoluta.

Ya dejaba Burning su cuarto, el cual mostraba un orden general evidente, no obstante, la chica dejaba, de manera un tanto avergonzada y escurridiza, los lugares específicos de su habitación más revueltos de lo que debería, por lo que el orden de su sitio era evidente, pero nada más que hasta cierto punto.

Cruzaba el marco de la puerta, y en ello, de súbito una chispa de memoria invadió el sentimiento y pensamiento de Burning, provocándole a ella un inicialmente absurdo y regulado deseo de buscar entre todos los útiles que permanecían en su bolso el cuaderno designado a la rama de matemáticas; tan solo acababa de recuperar el recuerdo de haber guardado algo relevante entre esas hojas, ahora que ya era momento oportuno para zafarse de la somnolencia.

Trató de primeras levantar el objeto con su telequinesis, pero al hallarse a sí misma tan torpe para el momento, antes de fastidiarse más de la cuenta simplemente accedió a coger el bolso con sus pezuñas, y finalmente soltarlo sobre la cama.

-La revista esa... con el aturdimiento ya se me estaba olvidando mirarla...- mencionó Burning pensando ciertamente algo preocupada y focalizada, a la vez que ahora, sentada en la cama, buscaba el cuaderno respectivo entre el resto de cosas en el bolso.

Aquel elemento era bastante extenso a pesar de tratarse de una revista, que era además, una de tipo científica; buscaba en ella Burning, con inesperado enfoque, unas de las páginas especificadas en cierto apartado de la portada del grueso objeto.

-El... síndrome de degeneración conjuntivo-mágica... - pensó Burning concentrada ya en el contenido de la página.

Perseguía la unicornio con frustrada curiosidad, condición por condición en el artículo, una lumbrera para la tonta afección que parecía acechar a su cuerpo desde largos tiempos atrás ya, es decir, desde el día en que llegó a Ponyville con su familia; al inicio de su adolescencia.

Nada más seguía preguntándose "¿Qué?" cada ocasión que se encontraba a sí misma indagando de tal forma, no obstante, aun así, con un contradictorio pensamiento callado que le dejaba desde el inicio de cada una de estas instancias con la idea basal de que todo aquello no era más que otra dilatación de su paranoia respecto a lo físico agregada al historial.

Un absurdo perseguir por el contraargumento para aquella dicha era lo que buscaba, a pesar de que mientras, contradictoriamente, ella solamente parecía alimentarla más con cada información que incorporaba a su conocimiento.

-No son más que estudios con a penas algo de avance aún eso sí... ¿Para qué me enfrasco tanto?- dijo Burning para su mente lanzando la revista con desazón sobre su cama, y últimamente resignándose ante el material.

El sutil pero latente hartazgo le hicieron a ella tan solo darle una temporal media vuelta al tópico, pues si buscaba preservar la funcionalidad de su rutina, no estaría exponiéndose constantemente a una implícita búsqueda por una excusa para perder el control y desquitarse con su entorno.

Ya bajando al primer piso, antes de bajar el último escalón, Burning se topó con su madre, de cuero amarillento, cabellera de un tono café grisáceo y ojos celestes, cuyo nombre era Dawn Glow, y quien justo se dirigía hacia ella en el instante.

-Burning. Heh, te dormiste por un buen rato, ¿Cómo estuvo la siesta?- agregó la madre un tanto risueña y relajada.

-Buena, sí, aunque me siento algo atontada ahora porque dormí mucho- sostuvo Burning a la vez que bajaba el escalón que restaba.

-Pero necesitaba eso; simplemente no soportaba el sueño- dijo por último la joven un tanto suspirante, mientras se sentaba en el sofá del comedor y Dawn sacaba unas toallas de un mueble puesto bajo las escaleras.

-Claro que sí, con todas estas cosas que pasan, y sobre todo estos últimos días-

-Verdad; y mamá, ¿Te vas a duchar? Porque estás despeinada- agregó con algo de extrañeza Burning, pues no era la secuencia usual de los acontecimientos que su madre se duchara en otro momento que no fuera la noche.

-Ah sí, eso era lo otro que te iba a decir: ahora, después de bañarme, voy a salir para pagar unas cuentas al centro del pueblo. Tu papá también podía ir, pero le dije que no se molestara porque si no iba a tener que interrumpir su trabajo- explicó en detalle Dawn para el entendimiento de su hija, quien asintió con la cabeza como muestra de que le prestaba atención.

-Probablemente salga en unos veinte minutos más. Tú luego tienes que ir a buscar a Mystery también, cierto-

-Sí, pero aún falta bastante. A penas son las... cinco con tres- mencionó tranquila mirando el reloj sobre la pared, para que luego, con otro poco de intercambio de palabras, su madre se metiera a su cuarto, y luego, al baño de este para realizar lo avisado.

Un sordo flujo de agua se inició entre el relativo silencio; su madre se tomaría ahora un considerable tiempo -probablemente más de los anunciados veinte minutos-, pues si bien concurriría a algo de importancia, de todas formas no tenía apuro alguno, pues las oficinas de pago tenían todavía un largo rato de seguir abiertas.

-Y pensar que... ya en cuatro liceos me han rechazado... y dudo bastante que este quinto y último sea distinto- pensó para sí la joven, ahora totalmente sola en la sala, acompañada de no más que el sonido sordo del correr del agua de la ducha, y la radio sobre una mesilla al centro del sitio, cuyo volumen era mínimo, y a penas se escuchaba.

-A ratos esto ya parece tan tonto de hacer... siempre es el mismo ritual... ya ni siquiera sé si así quiero terminar mi escolaridad- continuó en sus dudas internas Burning, ahora con un semblante de dureza más apagada y mientras empezaba a tomar atención a la información de la radio, reflejándose ello en su intención consiguiente por subirle el volumen.

-Habría sido tan bonito que me hubiesen aceptado en la escuela de Mystery. Así habríamos quedado juntas, yo tal vez de cuando en cuando le ayudaba con sus clases, de vez en cuando conversar... pero como sea. No es como si aquí en casa casi no hablamos- dijo sumando a ello una leve y tierna risa embozada en el rostro la joven a medida que agregaba las palabras.

Volvió a echar ojo al reloj para consignar la hora otra vez: las cinco con catorce, once minutos habían transcurrido ya desde la revisión anterior, los que para Burning tan solo se habían sentido como poco menos de cinco.

-Hablando de la escuela MacHearts... -agregó al silencio de la sala Burning, inclusive con un anticipado miedo en su tono y su cuerpo un tanto más inclinado hacia la radio.

"Eh, sí-sí; noticias de último instante que nos están llegando; efectivamente, una emergencia en la escuela MacHearts"

-Asumiré que despacharon de inmediato...- dijo más atenta que nunca a la radio la unicornio mientras ya se preparaba para salir rápidamente de ser necesario.

"Pues... bien, nos informa nuestro personal que... vaya, directamente es una situación muy grave: una poni enloquecida se infiltró en la escuela; ningún guardia a logrado detenerla, y todos los que han intentado nos dicen directamente desde la escuela que... han resultado heridos de muerte por... esta loca que nadie por alguna razón anticipó... "

A medida se destapaba dato tras dato, una sensación de tétrico frío y silenciosa desesperación envolvía con cada vez mayor peso la percepción de la unicornio, quien ahora, aterrorizada casi totalmente por la idea de su hermana transformándose en una víctima directa de la tragedia, producto de aquello se despegó súbitamente del sillón para erguirse y dar paso a lo que tuviera que ser; sus palabras se habían drenado por tal preocupación, y lo único que hacía ahora era observar con ojos saltones y cejas inclinadas el aparato mientras desde él quien informaba se hallaba, de la misma manera, bajo una presión inminente.

"Nos avisan que... policías y servicios clínicos primarios van ahora mismo a la institución; también nos informan que la intrusa a destruido de todo hasta ahora, ha invadido... u-un montón de salas en pleno aula; hasta ahora... los despachados han sido a penas unos pocos... casi por suerte han podido salir.

-¡Qué demonios hacer!- exclamó Burning, tornando su cabeza hacia la ventana cercana en un movimiento brusco, bajo la presión de ir a la escuela MacHearts para ir a por su hermana, a pesar de la gran probabilidad que existía de que con ello solo consiguiera adornar la tragedia.

"Ahora mismo algunos... otros pocos cursos se han despachado, pero la invasora sigue dentro y bloqueando el paso de muchos otros cursos... "

-Hay que ir a buscarla... -agregó esta vez la unicornio pensando en su hermana Mystery, inesperada y repentinamente enfocada en su mente, acompañando esto con un similar movimiento de sus ojos girándose a la puerta principal.

El sujeto de la radio ya parecía quedarse perplejo y sin mucho más que agregar, y en medio de ello, algunos ponis llevando a sus potrillos, y otros ya con adolescentes, se empezaron a ver llegar apresurados y estupefactos a través de las ventanas, y casualmente desde la dirección hacia la que estaba la escuela MacHearts.

De un sobresalto se paró Burning con aquel estímulo; "¡Tu mamá está aún en el baño!"; "¡Saldrá y de repente no te verá! ¡Tonta!"; "¡Iras a estorbar!" eran quejas que se le cruzaban como polvo cósmico hasta ese punto.

-Y que otra cosa voy a hacer...- dijo por último Burning contradictoriamente hartada pero regulada a la vez para alcalinizar su pensar, encontrándose ahora súbitamente ya fuera de la casa, y yendo hacia MacHearts a ritmo de apurada y desesperada caminata, con ojos saltones y cejas inclinadas, mientras observaba, a medida que se acercaba, los ocasionales duetos apoderado-estudiante que iban apareciendo mientras más avanzaba, yendo de uno a otro con sus ojos aceleradamente.

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